El hartazgo social y una reflexión lunfarda

Por el procurador Carlos Armando Costanzo

El hartazgo social y una reflexión lunfarda…

No podemos aguardar resultados distintos, haciendo siempre lo mismo; los pueblos que olvidan su pasado, están condenados a repetirlo; para que triunfe el mal, sólo se necesita que los buenos no hagan nada, a fin de impedirlo y, los hombres como los árboles, se conocen por sus propios frutos, más allá de las expresiones verbales y, las vanas e inútiles palabras…

Hoy, más que nunca, se percibe en el clima enrarecido, la atmósfera social y el aire de la opinión pública, una profunda y palpable sensación de hartazgo, frustración, decepción, desazón y desaliento que, de una manera intensa y corrosiva, nos invade, avasalla y abruma, llenándonos de pesar, zozobra e incertidumbre…

El hartazgo, frente a la Argentina del siempre lo mismo y del más de lo mismo, donde no cambia nada, nunca pasa nada, todo queda judicialmente en la nada, siempre se habla mucho de lo mismo, todo resulta igual, todo da lo mismo y, todo termina inexorablemente siendo, siempre lo mismo y más de lo mismo… El hartazgo, frente a la Argentina, donde ganan los chantas, los chorros, los vulgares vendedores de imagen y de cortinas de humo, pero pierden, se empobrecen y, hasta se funden, los esforzados laburantes, y las personas de bien, buenas, nobles, decentes y honradas, que trabajan, luchan, sufren las crisis y ajustes económicos y abonan sus impuestos y cargas tributarias. El hartazgo, frente al país que nivela e iguala permanentemente hacia abajo, con ignorancia, analfabetismo, marginación social, retroceso, decadencia, empobrecimiento, humillación y miseria dependiente… El hartazgo, delante de una Argentina, vacía de proyectos, rumbo, orientación y contenido, que carece de presente, porvenir y destino, e infortunadamente, no nos conduce a ninguna parte…

El hartazgo, frente a los chantas, los chorros y los vulgares vendedores de imagen y de cortinas de humo, que engrupen o embaucan, distraen, entretienen, confunden y envuelven con meras y vanas palabras; mientras van transcurriendo los días, las semanas, los meses, los años y la propia vida, no cambia nunca nada y, todo continúa igual o peor de lo que está… Porque precisamente, el gran curro y negocio de los chantas, los chorros y los vulgares vendedores de imagen y cortinas de humo, para mantener y conservar sus prebendas, privilegios, acomodos, impunidades y beneficios, consisten en que no cambie nunca nada y, todo prosiga igual o peor de lo que está… El hartazgo, frente a la corrupción, la desconfianza, la injusticia, la maldad y las ruindades humanas…El hartazgo, porque las crisis financieras y los ajustes económicos, siempre los pagan y recaen sobre los humildes y sufridos laburantes y, los pobres ciudadanos, que trabajan, luchan y abonan impuestos…

El hartazgo, porque en el país, no se fomentan los valores, la conducta honrada el trabajo, el estudio, el respeto, la educación y, los auténticos y reales méritos personales. El hartazgo, frente a la pavada, la indiferencia, la pasividad, el silencio y la total resignación conformista, de quienes aceptan, toleran, se bancan y son funcionales a los chantas, los chorros y los vulgares vendedores de imagen, cuyo único propósito o intención consiste, en que nunca cambie nada y, todo continúe igual o peor, peor de lo que está… Si se acepta todo, jamás cambiará nada, y proseguiremos siendo, eternamente, a pesar del transcurso de los años, la bendita Argentina del siempre lo mismo y del más, más, más, más de lo mismo…  El hartazgo, delante de una Argentina sin expectativas ni perspectivas, que necesita, ahora más que nunca, recuperar o recobrar el camino de los principios y los valores morales, la justicia, la verdad, la educación y, la escuela y la cultura del trabajo; pues, solamente con trabajo, el país tendrá futuro y habrá de salir adelante…

Qué el hartazgo social, se trasforme al fin, en una llama de optimismo, alegría, motivaciones, ilusión y esperanza… Una llama brillante y ardorosa, que alumbre la senda de la Patria…

El hartazgo (Consejo lunfa), por el procurador Carlos Armando Costanzo, fundador y director – organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano y, miembro correspondiente de la Academia de Folklore de la provincia de Buenos Aires y la Academia Porteña del Lunfardo.

Yo sé que estás, cabrero y estufado, / por el fiero y fatal siempre lo mismo; / la mufa, el desaliento, el pesimismo, / la fiaca y el garrón tan remanyado. / Yo sé que estás, esgunfio y estrolado, / por la falta de guita y patriotismo; / los chorros y el afano, el egoísmo, / y la posta moral, que se ha piantado… / Yo sé de tu honda bronca – lo carburo -, / por los chantas, la vida sin futuro, / las parolas y el verso mentiroso… / Pero también, pensando en la Argentina, / soñá con esperanza, la matina / de un sol nuevo, debute y luminoso. / Y así tendrás, querido laburante, / mistongo, bajoneado y en la vía, / un cachito – tal vez, por un instante -, / de pulenta ilusión y de alegría.