Homilía y Convocatoria a la celebración de los 400 años del Milagro de Luján

Homilía del Arzobispo de Mercedes Lujan en la Fiesta de Nuestra Señora de Lujan y la Carta de Convocatoria a la celebración de los 400 años del Milagro de Luján en 2030.


Los invito asimismo a que visiten la página web: arquimercedes- lujan.com.ar donde encontrarán algunas fotos que pueden servirles para ilustrar.Las celebraciones se transmitieron en vivo y se encuentran disponibles en nuestro canal en Youtube: Arquidiocesis Mercedes Luján

Un gran saludo a cada uno y que la Virgen Santa de Lujan los cuide siempre.


Rodrigo Mónaco responsable de Comunicación Arzobispado Mercedes Luján

Arzobispado de Mercedes-Luján
María de Lujan, Madre de nuestro Pueblo
“Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre,
María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le
dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo».
Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento,
el discípulo la recibió en su casa”. Juan 19,25-27
La Palabra de Dios es la Carta que el Padre nos ha escrito para que al volver a ella una y otra vez
descubramos nuestra identidad, lo que somos y estamos llamados a ser y hacer. Y este texto que
acabamos de proclamar es de alguna manera una Palabra fundante de nuestra identidad.
Jesús en la Cruz está consumando su misión, la de hacer Alianza entre Dios y su Pueblo, una
Alianza que nada ni nadie podrá romper jamás. En la Cruz, Jesús está haciendo realidad la
Voluntad de Dios, su proyecto, su sueño, es decir, está hundiendo en nuestra tierra, en nuestra
humanidad y en nuestra historia, la semilla de su Reino, que no dejará de crecer hasta
abrazarnos a todos, sin que nadie, absolutamente nadie, quede afuera y excluido de su Amor. Es
una Alianza que de parte de Dios, no sufrirá desgaste, deterioro, ni alteración. Su Amor está y
estará intacto desde aquí hasta la eternidad.
En ese momento crucial de la historia de la salvación, con Jesús está Su Madre y el discípulo
amado del Señor, y en él todos nosotros.
Jesús va a la Cruz para ofrecer una pelea gloriosa contra el pecado que es el generador de todo lo
que nos daña: la muerte, la injustica, la esclavitud, la opresión, la desunión, el odio y ese estado
latente de angustia que todos sufrimos cuando estamos enfrentados los unos contra los otros.
Es un misterio grande, porque la Cruz sufrida, bien podría ser el lugar para el enojo, para el
resentimiento, la violencia, la venganza. Sin embargo en Jesús, es el lugar para la Misericordia,
para el Amor, para el encuentro y la comunión. En la Cruz Dios entrega Todo y nosotros lo
recibimos Todo. Recibimos al Amor, recibimos a Su Madre.
En las palabras: «Mujer, aquí tienes a tu hijo», «Aquí tienes a tu madre», se realiza la Voluntad
de Dios: que podamos ser personas alianzadas, de profunda comunión, de corazón a corazón y
de unidad verdadera.
Estamos urgidos a redescubrir una y otra vez, que nuestra identidad cristiana tiene un
nacimiento original y originante en un pacto de Amor hecho en la Cruz, y María está en el centro
de esa Nueva Alianza, que se renueva cada vez que “el discípulo la recibe en su casa”.
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El Pueblo cristiano, es un pueblo nacido en la Cruz y en la maternidad de la Virgen para ser
familia, para ser hermanos. Nacimos de la entrega generosa del Amor crucificado, por tanto
nuestra identidad es el amor, es la comunión. Somos un pueblo para la comunión.
El Papa Francisco sabe que María es muy protagonista en la historia de la humanidad y por eso
Ella está siempre en medio de los pueblos. María no es alguien más. Desde ese “pacto de la
Cruz”, María, es la Madre que va a las casas, a los pueblos, a nuestro pueblo argentino para que
hagamos la fiesta del encuentro, de la reconciliación, de la fraternidad. Creo entender que el
Santo Padre inspirado en el Evangelio de Jesús y en el caminar histórico de la Madre del Señor,
con mirada y actitud valiente y profética, advierte que si bien el mundo está en una encrucijada,
todavía está a tiempo de recomenzar y por eso nos propone con tenacidad e insistencia, con
ternura y esperanza, vivir “la fraternidad universal y la amistad social”.
Estoy seguro que es una propuesta que él, la ha gestado y madurado también en la fe Mariana,
esencialmente la del pueblo latinoamericano y muy especialmente, en la fe del pueblo que
peregrina hasta aquí, hasta el Santuario de Luján. EL Papa Francisco conoce muy bien el amor
que hay entre María de Luján y el pueblo argentino.
Queridas hermanas, queridos hermanos, los desafíos que tenemos como Nación son de una
enorme envergadura: la pandemia que se está llevando tantas vidas dejando además, familias
destrozadas, los millones de personas en estado de pobreza y de miseria, la necesidad de
trabajo, de vivienda, la difícil situación de la educación, que algunos en el mundo la caracterizan
como “catástrofe educativa”. En fin, son tiempos dolorosos, y son tantos los desafíos urgentes y
las batallas que debemos afrontar, que no podemos dejarnos tentar por el odio y la desunión.
Reconociéndonos hijos de la Madre de Luján y miembros del Santo Pueblo fiel de Dios, nacidos y
ungidos para la comunión, estamos llamados desde Ella y con Ella, a contribuir en la construcción
de esta bendita Nación, con nuestros mejores esfuerzos de fraternidad. Los cristianos, junto a la
mayoría de los ciudadanos, creyentes o no, pero seguro que sí de buena voluntad, estamos
llamados a ser artesanos de la comunión de la Nación, y llegar a ser una Nación con un proyecto
de vida para todas las personas que habitamos “esta Patria bendita del pan”.
Es urgente ir a la escuela de María que está al pie de la Cruz y aprender de Ella y con Ella su
disponibilidad para el encuentro, para ir hacia los otros. Así también está María de Luján en los
orígenes de nuestra experiencia religiosa Lujanense, yendo al encuentro de todos, especialmente
de los más frágiles y pobres.
Entonces, necesitamos desear vivir siendo fieles a nuestra identidad de origen, que se ha dado
en ese “pacto de la Cruz” y a orillas del río Luján. Inspirados en ese momento y en nuestra Madre
Santísima de Luján, estamos llamados también a entregarnos y sacrificarnos por la comunión y la
fraternidad de la Nación.
No se trata de hacer algo cruento, ni doloroso. Se trata del sacrificio cotidiano de ser en nuestras
casas, en nuestros barrios, en nuestros lugares de trabajo o estudio, allí donde caminamos la
vida, artesanos y gestores de un amor que sostiene al otro, que vincula, que genera unidad y
fraternidad. Estar dispuestos a sacrificar la vida en nuestro modo de hablar, de actuar, de estar
con los otros. Ser amables, con capacidad de escucha, de comprensión, de aceptación del otro de
verdad. Renunciar a que el otro es un enemigo.
Gracias a Dios, son muchos los que viven sacrificando sus vidas por los demás, en este tiempo,
los trabajadores de la salud, y muchísimas personas que se exponen con un sentido superior de
solidaridad. Y también los más pobres, que enfrentan el día a día con una entrega generosa y una
paciencia extraordinaria.
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Se trata entonces de un tipo de sacrificio que lejos de vaciarnos nos llena de vida, porque busca
el Bien Común y es capaz de fecundar misteriosamente el proyecto compartido. Sacrificamos un
poco el “yo”, para renacer al “nosotros” y a una fraternidad que acepta las diferencias, la
diversidad de rostros, de historias, de experiencias, de deseos y de propuestas.
El Santo Padre Francisco, en su última Encíclica llamada Fratelli Tutti, nos entrega una serie de
coordenadas fundamentales para trabajar por una mejor convivencia y una Nación más unida.
Allí nos habla de ser capaces de “recomenzar”, de “soñar”, de “preparar el futuro”, es decir, nos
invita a hacer realidad el sueño de Dios.
Allí, revalorizando el lugar de la política, como “una de las formas más preciosas de la caridad”
(180), invita a realizar una “Mejor Política” (Capítulo 5). En este sentido, entiendo que es muy
oportuno y necesario que los laicos se comprometan en opciones y decisiones políticas, ya sea
las que ofrecen los diferentes partidos políticos, los movimientos sociales o las distintas
organizaciones de la sociedad. Pero es fundamental que sean capaces de priorizar el diálogo y la
fraternidad para una “Cultura del Encuentro”. Hemos nacido como Pueblo de Dios para vínculos
profundos y fraternos. No debemos dejar que el odio domine nuestras mentes y corazones. Y
mucho ha hecho y hace la Virgencita de Lujan para sostener a la Patria.
No soy ingenuo, no quiero evadir las tensiones, ni las dificultades, ni lo conflictivo que significa
vivir la fraternidad en este tiempo de la historia, en este tiempo de la Argentina. Bien sabemos
que los simplismos atentan contra la comunión verdadera.
Pero los que creemos en Jesús y en su Evangelio, los que amamos a María de Luján, no podemos
mirar para otro lado. Pienso en el pueblo cristiano metido hasta el tuétano de la realidad: las
laicas y los laicos, las religiosas y religiosos, los diáconos y los sacerdotes, los obispos, y desde los
jóvenes hasta nuestros queridos ancianos. Todos nosotros estamos llamados a ser levadura y
fermento para la fraternidad de la Nación.
Tenemos que animarnos con audacia y valentía a replicar ese pacto amoroso de la Cruz, lo que
allí pasó entre Jesús, María y el discípulo, necesitamos ser capaces de recibirnos los unos a los
otros con la máxima apertura del corazón.
Es tiempo de asumir la responsabilidad de ser mediadores de encuentro entre unos y otros, aún
en el dolor de tantas circunstancias difíciles, sacrificándonos como el Señor Jesús, para generar
una fraternidad nueva, que haga de la Argentina una Patria de hermanos.
Queridas hermanas y hermanos, los pasos que tenemos que dar para la comunión de la Nación
son decisivos. Para los cristianos, la fraternidad, debe ser una prioridad y nuestro mejor aporte,
porque en la fraternidad jugamos también nuestro testimonio y nuestra fidelidad al Evangelio de
Jesús.
Aquí estamos Nuestra Señora de Luján. Estamos en tu Santuario, pero sabemos que vos estás en
todos los rincones de la Patria y eso nos da confianza, fortaleza y paz.
A vos, que sos la patrona del Pueblo Argentino, te pedimos que cuides especialmente de los
enfermos, del personal de la salud y de todos los que tanto trabajan para salir de esta pandemia.
Te pedimos querida Madre de Luján que nos ayudes a ser una Patria de hermanos.
8 de mayo de 2021

  • Jorge Eduardo Scheinig
    Arzobispo de Mercedes-Luján

Arzobispado de Mercedes-Luján
Carta de convocatoria a la celebración de los 400 años del milagro de Luján
María camina con su Pueblo. El Pueblo camina con María
En el año 2030, se cumplirán los 400 años del Milagro de Luján.
Junto al Equipo Pastoral del Santuario, los convoco a que, como Pueblo Peregrino que somos,
nos pongamos en camino hacia esa fecha y que juntos acordemos cómo deseamos transitarlo.
Hay además dos fechas significativas y un acontecimiento eclesial muy importante que
debemos tener en nuestro horizonte:
• En el año 2031 se cumplen los 500 años del acontecimiento de Guadalupe y en el
año 2033, celebraremos los 2000 años de nuestra redención.
• Estamos en plena realización de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe,
en la que estaremos participando como Santuario.
Al mismo tiempo, el Papa Francisco en su video-mensaje del 6 de mayo, nos ha dado tres
orientaciones que considero necesario tener en cuenta. Nos decía lo siguiente:
“Es un camino muy largo, que pasa rápido, pero hay que hacerlo.
Un camino de memoria de lo que la Virgen hizo allí, quiso quedarse allí. Un camino
de memoria, de tantos años y años de peregrinaciones, de búsquedas, de milagros,
de hijas e hijos que caminan a ver a la Madre. Que la memoria sea la guía de
ustedes, porque una memoria fuerte garantiza un futuro seguro. Recuerden todo lo
que la Virgen ha hecho en nuestra Patria.
Déjense acompañar por ella y acompáñenla en su camino”.

  1. Iniciamos un camino largo pero necesario. Y lo haremos juntos
    Nosotros sabemos lo que significa peregrinar, somos un Pueblo que camina, que busca, que se
    da la mano, que se sostiene, que reza, que canta, que vive la alegría de caminar con otros.
    El desafío es entonces imaginarnos entre todos cómo hacer el camino hacia el 2030.
    Un tiempo en clave sinodal, un caminar juntos, no solo para llegar a la fecha, sino para darnos
    el gusto de celebrar y vivir todo este tiempo como una verdadera peregrinación de hermanos.
    Para hacer llegar sus propuestas, serán variados los canales de participación que estarán
    disponibles y que el Santuario irá comunicando.
    Arzobispado de Mercedes-Luján. Calle 22 n°745 – Mercedes (BsAs) Te: 02324-432412/432479
    arzomerce@yahoo.com
  2. Un tiempo para hacer Memoria
    Luján es la “casa” que la Madre del Señor ha elegido para quedarse. Necesitamos entonces
    hacer una memoria de su estar y de su caminar entre nosotros.
    Es primordial volver a los orígenes, al milagro, a los comienzos, a la fuente y descubrir lo que allí
    fue sucediendo junto a nuestro querido Negro Manuel y a los primeros habitantes de esta Villa.
    Allí se fundó una manera de ser cristianos y católicos. Necesitamos redescubrirla.
    También es muy importante hacer memoria de las personas que como el p. Salvaire y tantas
    otras, han dejado una huella importante en la historia.
    Es fundamental que nos hablen los peregrinos y nos relaten las hermosas historias que los
    abuelos han vivido con la Virgen y que están en la tradición de nuestras familias.
    Debemos hacer memoria de “los milagros de la Virgen”, lo que Ella obró y realiza en tantas
    personas, en las familias, en las comunidades cristianas y en nuestros pueblos y barrios.
    Es tan rica la presencia de la Virgen de Lujan en los rincones de la Patria, son tantas las
    imágenes que hay de Ella, que debemos animarnos a recorrer los caminos que Ella misma ha
    andado y animarnos a andarlos con Ella,
    Vamos en la búsqueda de la fe profunda de nuestro Pueblo, de su experiencia religiosa cristiana
    y Mariana y del sentido de la vida que Ella ha marcado.
    Tanto material, nos ayudará a escuchar, recibir, acoger, contemplar, descubrir y aprender lo
    que el Espíritu del Señor viene diciéndonos por medio de María de Luján y de su pueblo.
  3. Un tiempo para dejarnos acompañar por la Virgen y acompañarla en su camino
    En esta peregrinación que estamos iniciando, necesitamos dejarnos acompañar por la Virgen
    Por lo tanto, a modo personal o grupal, les propongo tengamos muchos momentos de oración
    frente a una imagen suya. Con una velita encendida y en diálogo con nuestra Madre de Luján,
    dejándonos guiar por Ella, podríamos preguntarle cómo desea que peregrinemos estos años y
    cómo debemos celebrarla. Entonces, todo lo que vaya surgiendo y vayamos proponiendo para
    hacer este camino, será de alguna manera, lo que la misma Virgencita de Luján nos inspire.
    En este tiempo también vamos a acompañarla en su camino. Por eso necesitamos estar
    atentos y descubrir por dónde Ella ya está caminando y así, rápidamente ir tras sus pasos para
    hacer lo que Ella nos indique, que seguro será: “hagan todo lo que Él les diga” (Jn 2, 5).
    Y todo esto lo iremos compartiendo, celebrando, agradeciendo, cantando, rezando y pidiendo.
    Queridas hermanas y queridos hermanos, estamos comenzando un tiempo que no dudo nos
    ayudará a renovarnos según el Espíritu del Señor y en compañía de nuestra Madre. Es como un
    largo y Nuevo Pentecostés que nos ayudará a seguir convirtiéndonos de corazón a Dios y
    alcanzar una profunda renovación personal y eclesial y esto, seguro hará mucho bien a nuestra
    querida Patria.
    Que el Señor nos bendiga y la Virgen Santa de Luján nos cuide!
    Nuestra Señora de Luján. Ruega por nosotros
    Los saludo con un abrazo fraterno.
    8 de mayo de 2021
    Equipo Pastoral del Santuario y + Jorge Eduardo Scheinig
    Arzobispo de Mercedes-Luján