Coronavirus: el día que someterse al análisis fue un furor

El equipo de salud se vio sorprendido por la cantidad de pasajeros que se acercaron para entregar sangre. Testimonio de los voluntarios. Todos dieron negativo.

“Nadie esperaba esta cantidad de gente, realmente nos sorprendió”, se entusiasmaba Marcelo, un estudiante de medicina del equipo de voluntarios que trabajó este viernes en los testeos serológicos en la estación Constitución. Los pasajeros que accedían a ofrecerse para el análisis también lo hacían voluntariamente. Era el inicio de un programa oficial para estudiar la situación epidemiológica del coronavirus en el país. Durante el operativo, a cargo del Ministerio de Salud junto al de Transporte y de Seguridad, se completaron 400 testeos que evalúan, a través de la muestra de sangre, si la persona desarrolló o no anticuerpos. Todos dieron negativo.

A las nueve de la mañana, la fila de pasajeros que se ofrecían para entrar al consultorio provisorio, instalado en un extremo de la estación Constitución, ya se extendía hasta la entrada principal, bloqueada por una fila de policías que derivaban a la única entrada habilitada, por la calle Lima.

“Desde que empezó la cuarentena, nunca hubo tanta gente como esta mañana”, señaló Hugo, trabajador de limpieza de la estación, mientras humedecía un trapo amarillo con una botella que llevaba una mezcla de agua y lavandina. Todos los trabajadores de la estación llevan un traje blanco que cubre todo el cuerpo, guantes de látex en las manos, barbijo celeste y una cofia, y desinfectan constantemente el piso, las ventanillas y los molinetes.

En el salón que hacía de consultorio provisorio, una sala de espera con sillas separadas entre sí con un metro de distancia alojaba a las personas que ya se habían hecho el testeo –un leve pinchazo en uno de los dedos– y esperaban el resultado. “Se toma la muestra, se le hace una encuesta para recoger los datos, y después de quince minutos está listo el resultado”, explicó Marcelo.

A pesar de la amplitud del lugar, solo entraban nueve personas a la vez, que se repartían entre los tres boxes donde se extraía la sangre y los cinco escritorios donde se hacían las entrevistas. Afuera, un consultorio exclusivo tomaba muestras de sangre a efectivos de la Policía Federal. Mientras un enfermero pinchaba los dedos y volcaba la muestra de sangre sobre el test –un pequeño rectángulo de plástico con tres ranuras– otra enfermera analizaba los resultados.

Ismael entra al salón y sale, veinte minutos después, con su estudio que dio resultado negativo. El test analiza si la persona estuvo en contacto con el virus y generó los anticuerpos para combatirlo. Ismael llegó a las ocho y media para hacer la fila, después de haber terminado el turno de trabajo en la empresa Metrovías, donde maneja un vehículo que transporta a los trabajadores del subte. “Hace más de cuatro años que no tengo fiebre, ya ni me acuerdo de lo que es”, señaló. Se enteró del testeo por televisión y decidió venir “por precaución, porque estoy con gente todo el día y convivo con mis hijos chiquitos”, relató.

La palabra se multiplica: negativo, negativo, negativo. Cerca de las doce del mediodía, unas 100 personas ya se habían hecho el test. Marta es una de las primeras en salir de la sala de testeos, porque entró temprano ya que los adultos mayores tienen prioridad. “Me hubiera gustado que me diera positivo y saber que ya pude superar el virus”, señaló.

Fabio trabaja como barrendero en el barrio de Caballito, y aunque su turno es por la mañana, pidió salir antes: “quiero saber si tuve el virus en algún momento, más que nada para saber si se lo contagié a mis hijos”, afirmó. Delante de él, unas treinta personas esperan para entrar a la sala.

Florencia es estudiante de medicina y participa del operativo como voluntaria. “La idea es entender cómo se comporta el virus en la población y si ya hay anticuerpos generados”, señaló y admitió que “pensábamos que íbamos a tener que salir a convencer a la gente de que se hiciera el test”. Durante la organización del operativo, los voluntarios se habían dividido en tres equipos: quienes tomarían los datos y ayudarían a las personas a completar planillas, quienes harían las extracciones, y otro para salir a informar e invitar a la gente a hacerse el testeo. “Cuando llegamos y vimos que había más de 150 personas esperando, nos dimos cuenta de que el tercer grupo no tenía sentido”, relató Marcelo y advirtió que “nos sirven los test que den positivo porque quiere decir que el virus ya circuló y que hay una respuesta inmunológica, pero a la vez que den negativo quiere decir que las medidas están dando buenos resultados”. 

Patricia es de Avellaneda y, apenas escuchó la noticia en la radio, a la mañana temprano, decidió tomarse el tren hasta Constitución. «Tenía que venir al centro para ir al banco y hacer unos trámites para mi hija, que como es anémica no puede salir, y entonces decidí venir más temprano para presentarme al test», relató Patricia, que trabaja como costurera y últimamente estuvo haciendo barbijos para vecinos de su barrio. «Es muy importante que se haga algo así y que sea accesible para todos», señaló. La semana que viene, los testeos se harán en la estación Once y en Retiro.