Revalorizando la escuela pública
Medalla de bronce para una secundaria de Otamendi en un certamen internacional de crecimiento de cristales
Tres alumnas de primer año, junto a su profesora de ciencias naturales, la ingeniera química Paola González, de la escuela secundaria Nº 2 «Luis Federico Leloir» de Otamendi, en el partido de General Alvarado de la provincia de Buenos Aires, ganaron la medalla de bronce en un certamen internacional de crecimiento de cristales, organizado por la Unión Internacional de Cristalografía, con el objetivo de divulgar la importancia de esta ciencia en la sociedad moderna.
La importancia de los cristales en la vida cotidiana es tal que «hasta el chocolate que comemos es cristal, desde el punto de vista químico», como enseña González. Las tres estudiantes premiadas, de entre 12 y 13 años, Denise Espíndola, Micaela Todoroff y Agustina Villalba, comenzaron a experimentar sorprendidas por la utilidad de este mineral en el desarrollo diario y con cierta expectativa de poder confeccionar alguna joya, aunque por ahora sólo es una fantasía.
Denise recuerda dos hechos: que comenzaron la experiencia preparando cristales de azúcar y la increíble sorpresa de su familia cuando resultaron premiadas porque «no podían creer que hubiéramos ganado desde una escuela pública y todavía siguen emocionados».
Alumnas y profesora resultaron premiadas por partida doble ya que, previamente, fueron reconocidas con mención especial en el «Concurso de crecimiento de cristales para colegios secundarios» que organiza la Asociación Argentina de Cristalografía. Es que la mayoría de los minerales adoptan formas cristalinas cuando se forman en condiciones favorables y la cristalografía, como ciencia, se ocupa del estudio del crecimiento, la forma y la geometría de esos cristales.
La docente explica que «trabajamos un monocristal sobre fosfato diácido de potasio y logramos un cristal puro, de buena calidad y buen tamaño».
En esa ocasión, en setiembre pasado, fueron seleccionados entre 500 proyectos por un jurado que evaluó tanto el crecimiento cristalino logrado como el trabajo de comunicación para difundirlo. Las chicas elaboraron un informe de 5 hojas, donde contaron todo lo realizado documentado con fotos donde se mostraban las dimensiones obtenidas. En ese caso, el jurado priorizó la creatividad, el valor estético, descripción del plan de trabajo, claridad en las explicaciones y rigor científico.
La segunda oportunidad llegó en noviembre, cuando enviaron la misma producción pero en soporte video, al certamen organizado por la Unión Internacional de Cristalografía, con sede en Bélgica, y que integra el Consejo Internacional para la Ciencia. Allí, el proyecto fue seleccionado entre 84 trabajos de diferentes países del mundo, presentados en la categoría de 11 a 15 años, con la premisa de fomentar el estudio, el trabajo sistemático, el pensamiento racional y la comunicación entre los jóvenes estudiantes a través de experimentos atractivos de cristalización.
Y la gran noticia llegó hace apenas unos días, cuando les notificaron que habían ganado la medalla de bronce, equivalente a un tercer puesto.
Mientras la profesora explica que «los cristales están en todos lados porque son materiales que tienen un ordenamiento molecular», sus alumnas reseñan que «primero se hace una semilla, chiquita, se la va sumergiendo en soluciones, hay que cuidarla, mantener las condiciones, la temperatura. Cada vez que íbamos a verlo crecía más, cambiaba».
La docente dice sentir pasión por la ciencia y por la química «y de alguna manera se lo transmito al alumnado en mis clases»; y cree que esta vez le resultó fácil sumar a sus alumnas porque mostraron tanta pasión como ella por el experimento.
A la definición de pasión y al concepto de ciencia, la directora de la escuela secundaria Nº 2 de Otamendi, Viviana Cardona, aporta su propia consideración: que la medalla obtenida fue un premio al esfuerzo y coincide en que representa una revalorización de la escuela pública.
La Plata, 24 febrero de 2016