Cómo es el día a día de la única escuela que funciona en el país

Es la Número 38 que está ubicada en la Base Esperanza de la Antártida

El timbre sonó a las 8 de la mañana como todos los días. Los alumnos izaron la bandera argentina cantando «Aurora» porque en este colegio no se suspendieron las clases presenciales por la pandemia del coronavirus. Se trata de la Escuela Número 38 Presidente Raúl Ricardo Alfonsín, ubicada en la Base Esperanza, en la Antártida.

Víctor Navarro es el maestro y su esposa Mariana, la directora. En el establecimiento estudian sus dos hijos Victoriano y Juan Ignacio. Al colegio asisten 14 alumnos, dos al jardín de infantes, siete a la primaria, y el resto a la secundaria. Los más grandes estudian por Internet, al igual que el resto, cuando las tormentas les impiden llegar al colegio.

El sueño de Víctor y Mariana siempre fue enseñar allí. Se conocieron cuando estudiaban en Ushuaia y se pusieron de novios. Años más tarde, ya con los dos hijos, enviaron la solicitud al Ejército Argentino y fueron convocados. Esta es la segunda campaña en el continente blanco, la primera fue en 2018.

«A las ocho arrancan las clases, pero los chicos llegan un rato antes para sacarse las botas, los pantalones térmicos, los guantes, las antiparras, las camperas y toda la ropa que se tienen que poner para desafiar el frío», detalló el maestro. Este viernes la temperatura fue de 11 grados bajo cero, y la térmica marcó – 20°.

Por la mañana cursan las materias tradicionales, al mediodía cada uno va a almorzar a su casa y a la tarde vuelven a la escuela para desarrollar otras actividades. «Las tareas son más distendidas, los chicos aprender plástica, música y educación física», contó Víctor a este sitio.

Actualmente en la Base Esperanza viven 10 familias. Se quedarán allí hasta diciembre, cuando lleguen los relevos.

Víctor pisó el continente blanco en diciembre de año pasado y su esposa e hijos en febrero. Todavía no se hablaba del COVID-19 ni había cuarentena. Allí no hay casos positivos, por lo que todos llevan una vida normal.

«Acá no usamos barbijos, pero estamos al tanto de lo que pasa no sólo en la Argentina sino en todo el mudo. Igualmente médicos vinieron a la escuela donde los chicos hicieron muchas preguntas para despejar las dudas que tenían. Trabajamos en las recomendaciones que dan los profesionales».

Y agregó: «nuestro deseo es que los argentinos del continente estén bien. Sabemos que la situación es complicada, y los acompañamos desde miles de kilómetros».