Admiten que la combinación de los incidentes con la virulencia de los diputados K los agarró con la guardia baja.
En el Gobierno hizo este martes una autocrítica puertas adentro luego de la batalla que se libró dentro y fuera del Congreso por la reforma previsional, que tuvo momentos de un caos social que incluso amenazó con hacer caer la ley.
Como el tema no había traído contratiempos en la Cámara Alta y los medios estaban abocados a la búsqueda del submarino ARA San Juan, la Rosada prefirió no salir a explicar la fórmula previsional en los medios. Pero el tema estalló en la tapa de los diarios un día antes de la sesión del jueves pasado y el kirchnerismo, junto al resto de la oposición, lo supo explotar contra el Gobierno, que llegó tarde para dar explicaciones.
El propio Mauricio Macri reconoció esta mañana en conferencia de prensa que pudo haber fallas en el modo de explicar la reforma. «Siempre se puede mejorar en comunicación», aseguró el presidente.
Pero más allá del impacto del tema en los medios, en el Gobierno nunc a imaginaron que el quórum se complicaría por la combinación entre el bloque de 70 diputados kirchneristas ultraagresivos con Cambiemos y los desmanes que se producían de manera sincronizada en la plaza de los Dos Congresos, monitoreados según el Ejecutivo por algunos de los diputados opositores.
Esa combinación, que el kirchnerismo empezó a explotar el jueves, cuando estrenó el nuevo bloque encabezado por Agustín Rossi, los agarró con la guardia baja.
Al mismo tiempo, en el Gobierno entraron en alarma en plena sesión por la ruptura de acuerdos de algunos diputados, que no responde a la traición de los gobernadores que habían firmado el pacto fiscal y se fotografiaron ayer mismo con los principales funcionarios de la Rosada, sino a una interna entre los propios gobernadores y los diputados de sus provincias que adelanta la pelea por la sucesión.
En ese sentido, en Cambiemos esperaban que el salteño Juan Manuel Urtubey aportara tres votos, de los diputados Pablo Kosiner, Andrés Zottos y Javier David. Pero en medio de la sesión, David dio vuelta su voto y se pronunció en contra de la reforma, desgajando el acuerdo de Urtubey con el Gobierno. David y Kosiner son dos de los anotados para la sucesión del gobernador salteño, quien luego de la maniobra del primero enfureció y ahora se inclina por bendecir al segundo.
En tanto que también sorprendió al Gobierno la votación de los santiagueños. El gobernador Gerardo Zamora, que había votado como senador a favor de la reforma, garantizó el voto de la diputada Graciela Navarro y de los tres radicales de su provincia. Zamora es radical y el Gobierno consiguió gestionar esos votos por medio de Gerardo Morales.
Lo que no esperaban era que la esposa de Zamora, Claudia Ledesma Abdala, votara en contra. Abdala fue gobernadora hasta la semana pasada y tiene mejores índices de popularidad que su sucesor, por eso no quería pagar el costo político de votar una medida antipática.