Un golpe de Estado en marcha en Bolivia

Con la policía amotinada, las Fuerzas Armadas comunicaron que no intervendrán en las calles y llamaron a una «solución política». La oposición pide la renuncia de Evo Morales y rechaza cualquier salida electoral, incluida la auditoría que está haciendo la OEA.


La mecha se encendió en Cochabamba, donde a las 18 del viernes se amotinó un cuartel de la Unidad Táctica de Operaciones Policiales (UTOP) y en las horas sucesivas se levantaron delegaciones policiales de los departamentos de Chuquisaca, Beni, Tarija, Santa Cruz, Potosí y Oruro. En la tarde del sábado, se sumó la conmoción que causaron los policías encargados de la custodia del Palacio gubernamental, que por un rato abandonaron sus lugares para hacer una asamblea, aunque después volvieron a sus puestos..

El viernes por la noche la Cancillería boliviana hizo público un comunicado a la comunidad internacional dando cuenta del golpe de Estado. Este sábado, el presidente Evo Morales, volvió a ser enfático al denunciar el golpe de Estado en marcha contra su gobierno, “contra los movimientos sociales y contra los más humildes”. Por eso llamó a una gran movilización pacífica en pos de la democracia y del voto popular y convocó a una mesa de diálogo con las cuatro fuerzas políticas que obtuvieron asambleístas en las elecciones.

La crisis se prolonga y se profundiza, la fecha máxima –entre el martes y miércoles próximo– para que la OEA dé las conclusiones de la auditoría de las elecciones parece una eternidad, el propio día lunes se avizora como otro atolladero institucional y una vuelta de tuerca sobre la convulsión ante la decisión tomada por opositores -al mando de Camacho- de entregar formalmente y en conjunto la carta de renuncia a Morales, lo cual elevará aún más las tensiones. Justamente la ofensiva de Camacho parece destinada a lograr la salida de Morales antes de que se conozca el resultado de la auditoría de la OEA. Camacho ya rechazó cualquier salida electoral y ni siquiera reconocería el llamado a una segunda vuelta, como propuso la OEA al comienzo de la crisis.

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