Mujeres en situación de violencia familiar

Los Trabajadores Sociales, que intervenimos centralmente en la prevención y asistencia de los problemas sociales, estamos en condiciones de detectar tempranamente la violencia conyugal, y también este fenómeno durante el embarazo, si abrimos nuestra óptica ante la verdadera magnitud del tema, así como de los efectos devastadores sobre la salud física y emocional de la mujer y el niño por nacer.
El sentido principal de la intervención consiste en acompañar y facilitar operativamente el proceso de las mujeres en su tránsito desde el aislamiento, el sometimiento, subordinación, hacia la autoestima, el descubrimiento y el reconocimiento de los propios deseos, necesidades y proyectos relegados en función de los otros, postergados.
Las condiciones vitales de las mujeres, inmersas tradicionalmente en roles subordinados, naturalmente “inferiorizados”, constituyen la “vía regia”, para la entrada de malestares y enfermedades. Estas formas de vida han sido históricamente ocultadas, catalogándose como histéricas, locas, menopáusicasMUJERES EN SITUACION DE VIOLENCIA FAMILIAR
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Las primeras entrevistas son de fundamental importancia, constituyen el 1er contacto de la mujer con el servicio. Sería pertinente que esta instancia fuera asumida interdisciplinariamente, tomando los aspectos psicológicos y sociales, así como los legales, a fin de tener una visión lo más abarcativa posible de la problemática.
Recibimos a la mujer conscientes de que está atravesando una situación de crisis, viviendo una problemática que obstaculiza su vida, encontrándose en un grado de gran vulnerabilidad.
Esta situación se complejiza si la mujer está atravesando un embarazo.
Se realizan entonces 2 tareas centrales: 1) creación de una atmosfera cálida, de confianza y respeto. 2) trabajar con los aspectos empíricos de la crisis.
Betty Miranda habla de un espacio de confiabilidad, en el cual el operador será un facilitador del proceso. Esta autora rescata como fundamental el concepto de vínculo, el que se va a ir desarrollando en sucesivos contactos individuales y grupales.
La actitud psicológica implica la propia capacidad de contención, así como la contención hacia la persona a quien asistimos. También incluye la aceptación de las diferencias, poder aceptar al otro despojándonos de nuestros prejuicios y preconceptos.
La actitud psicológica requiere:
Escuchar y esperar;
Actitud no normativa;
Establecer contacto;
Capacidad de integración teórico-práctica;
Capacidad receptiva y posibilidad de discriminar;
Capacidad de asombro, apertura;
Conciencia de responsabilidad;
No generalizar;
Tomar en serio pensamientos y fantasías;
También es importante:
hacerle saber a la mujer maltratada que le creemos;
hacerle saber que no es la única persona que sufre este problema;
inspirarle confianza en sus posibilidades;
transmitirle que sus problemas pueden ser resueltos;
focalizar las energías en la mujer;
usar lenguaje claro y simple;
transmitirle una imagen de confianza y asertividad;
destacar como logro el hecho de que haya acercado al servicio;
comprender que la mujer no se encuentra en optimas condiciones de recibir ayuda;
Los profesionales intervinientes debemos tener en cuenta nuestra posición de poder.
La importancia de la primer entrevista reside en brindar a la mujer un ámbito de contención y solidaridad con su problemática, y a su vez de evaluación de recursos que sin duda ella posee, tanto de sí misma, como de los de su entorno, a fin de tener elementos para continuar nuestro trabajo, ya sea a través del abordaje individual y/o grupal.
Este encuentro nos permitirá diagnosticar la magnitud del riesgo que impregna su vida cotidiana, así como su estado psicofísico.

Por María josé hourcastagne.