Un debate necesario: Defender la gobernabilidad o el Modelo de País

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A poco de comenzar su andadura el gobierno de la alianza Cambiemos, podemos ver como los dirigentes de la oposición integrantes del FPV y del movimiento peronista en general, en cuya cabeza recaen responsabilidades ejecutivas, ya sean éstas en gobiernos de índole provincial o municipal, se vieron compelidos a situarse en el campo del pragmatismo, mientras que por el contrario, aquellos dirigentes que por encontrarse mayormente vinculados a tareas legislativas han continuado referenciándose en el campo de lo ideológico.

Esta necesidad de gobernadores e intendentes por obtener los fondos para llevar adelante sus respectivas administraciones, posee como correlato necesario el apoyo de las principales medidas encaradas por el gobierno nacional con vistas a asegurar el correspondiente financiamiento externo. Es de este modo como a ojos del ciudadano común, este tipo de acompañamiento adquiere el carácter de exculpatorio de las políticas desarrolladas, siendo visualizadas las mismas como un conjunto de situaciones no deseadas pero necesarias, en tanto son causadas por «la pesada herencia» que nos habrían dejado aquellos que condujeron el país.

Sin faltar a la verdad, la política desarrollada en los últimos años por el gobierno saliente, presentaba importantes distorsiones tanto en materia fiscal, como monetaria y de financiamiento. Resultando lógicamente necesario efectuar los ajustes que toda economía conlleva tras el fin de un exitoso ciclo económico, situación que no debería confundir a nuestros dirigentes. Ajustes significa eliminar distorsiones sistémicas, no es sinónimo de precarizar la calidad de vida del pueblo trabajador.

El aluvión mediático, ha causado desconcierto en muchas de las organizaciones del campo popular, no pudiendo reaccionar, y ejercer ya una adecuada resistencia a las políticas de fondo que desde el gobierno neoliberal se impulsa, sino que el silencio -que calla y otorga-, de muchos dirigentes, está generando la sensación vergonzante de que todo lo que se argumenta desde el actual gobierno –vaciamiento de las arcas del Estado, irresponsabilidad en el manejo de las cuentas públicas-, goza del principio de credibilidad.

Esta situación está siendo aprovechada con particular eficacia por parte del gobierno del PRO, para impulsar una batería de medidas, una gran cantidad de ellas opinables, pero eventualmente necesarias y otras que llevan en su simiente un profundo sesgo ideológico que pasan desapercibidas para el ciudadano de a pie, que inmerso en una batalla de acusaciones, carece de la aptitud necesaria para juzgar hechos relevantes pero con consecuencias políticas y económicas mediatas, lo que dificulta su apreciación.

 

La evidente disparidad de medios de unos y otros, el distinto poder de fuego mediático, nos sitúa ante la opinión pública en evidente inferioridad. No parece que la diferencia en caudal electoral haya sido exigua, tan sólo del 2%. Pareciera que formamos parte de un régimen que tras la derrota ha implosionado.

Mientras la fuerzas de la reacción se ejercen con implacable velocidad, el campo popular se encuentra dividido buscando comprender las causas de la derrota.

En tanto el peronismo no tenga dirimido su conductor, todos aquellos que fagocitan la unidad son serviles -quieran o no- a los intereses de la restauración conservadora.

Bien es cierto, que si no se sale a defender lo hecho, si se permite que los casos de corrupción que se destapen se muestren intrínsecamente vinculados con el Proyecto, estaremos cediendo un enorme terreno que resultará harto difícil de recuperar.

Vale recordar que nos combaten por nuestros aciertos, pero son nuestros errores, los que les han permitido empoderarse. Seguir dividiendo nuestras fuerzas es la única posibilidad que tienen de triunfar en 2017.

Una derrota en esa instancia, resultaría una herida en plena zona de flotación del proyecto conservador.  Urge construir por tanto la unidad. La misma no se construye en torno a nombres, sino en el desarrollo de un modelo coherente y sustentable de Nación. Sin bajezas ni mezquindades. Con responsabilidad política, y con responsabilidad histórica.  El proceso de retroceso de las fuerzas populares en el continente, evidencia que la unidad necesariamente habrá de construirse sobre consensos superiores a los que puedan surgir del justicialismo y sus actuales aliados.

En el transcurso que lleva a las elecciones de 2017, nuestro pueblo ya está sufriendo el flagelo de la inflación, que dejará paso finalmente al flagelo de la recesión y el desempleo. El camino elegido es el de la precarización laboral, el de la pérdida de derechos sociales, el fin del estado inclusivo, la desaparición del estado regulador, el fin de un modelo de país que se sustenta en el consumo y en el mercado interno, con la defensa del nivel de empleo y actividad como meta.

Corresponde recordar que la  Argentina no se encuentra en la actual situación por un manejo irresponsable de su política económica sino fundamentalmente a causa de la extorsión internacional a la que ha sido sometida por parte de las Calificadoras de Riesgo, de los organismos multilaterales de crédito, de los fondos buitres  y de las consecuencias que perduran desde 2001 a la fecha en términos de confianza sobre el sector bancario, en tanto se calculan entre 250 mil y 400 mil millones los dólares propiedad de argentinos por fuera del sistema financiero.

 

La teoría del Derrame no se cumple entre otras razones porque los fondos reinvertibles son continuamente transferidos fuera del sistema financiero argentino.

Paradojalmente, este gobierno será el primero netamente de derecha que tendrá que someterse al voto popular en las próximas elecciones, donde solo puede aspirar a obtener la primera minoría si logra consolidar la división de las fuerzas populares, mayormente el peronismo, y donde los tiempos para lograr la reactivación económica después de un fuerte proceso de reducción del consumo y pérdidas masivas de empleos resultará sumamente ajustado.

Es responsabilidad de nuestros dirigentes, acompañar las luchas populares, tanto como ejercer la conducción política estratégica que el Proyecto Nacional requiere, y  debe debatirse de qué modo y con qué alcance se deben acompañar las políticas del gobierno, a cambio de lograr el financiamiento necesario para sus respectivas reparticiones.

Ya no es Cambiemos quien está en el horizonte, sino la Alianza del Pacifico y la subsiguiente integración a la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TIPP). Reducir la lucha política en clave local, implica desconocer todo lo que está en juego.

Secretariado Nacional de la Agrupación Los Pasos Previos