San Pedro: Una escuela de campo con historia vuelve a sus clases

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Pocas escuelas son parte de una historia y de un paisaje por el que alguna vez también transitaron el pintor Florencio Molina Campos, el navegante Vito Dumas y el gaucho Segundo Ramírez, quien inspirara a Güiraldes para su más famosa obra, Don Segundo Sombra. Y menos aún, si se tiene en cuenta la llegada al lugar del Padre de la Patria, el General San Martín, de quien se asegura pasó por estas tierras en 1813 en su gesta libertadora.

 

Se trata de la Escuela Primaria N° 28 del Paraje Beladrich, en el partido de San Pedro, un rincón solitario y austero de la Provincia donde el esfuerzo y el compromiso por la educación resultan parejos para grandes y chicos.

 

Quizás donde la mayoría ve sólo rudeza y soledad, escritores, pintores y en general personalidades prestigiosas como los ya nombrados, vieron parroquianos con historias y costumbres ricas y dignas de contar, entre tabas, naipes, facones y aguardiente de caña. Algunos se animan a imaginar al guacho Ramírez acodado los entonces lustrosos mostradores del Almacén Beladrich, pulpería por aquellos años, aún abierto, en buen estado y referencia del lugar.

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En total 12 niños, entre chicos y chicas, se preparan de a poco para volver este año a la escuela y retomar las clases de la señorita Betania, aunque correspondería llamarla también la directora, la administrativa y la maestra de todo el nivel primario, de primero a sexto año.

 

«En realidad, somos la escuela rural con más alumnos del Partido», aclara María Betania Spadaccioli, a cargo desde el año pasado de esta escuela multigrado.

 

En pocos días, sus alumnos volverán a los caminos de tierra para llegar a sus clases. Algunos con suerte, en los autos de las familias; otros harán más de dos kilómetros a pie o a veces en bicicleta para llegar, «aunque estas son las familias más cumplidoras en mandar a sus hijos».

 

Los alumnos «son hijos de encargados de campos o de empleados del galpón de pollos que está cerca. Otras familias trabajan en la siembra y cosecha con máquinas agrícolas», dice Betania, sin dejar pasar por alto el hecho de que en otro momento, los dueños de los campos eligieron la escuela para mandar a sus hijos cuando éstos eran chicos. Hoy, ya mayores, siguen presentes en la institución y «si se los necesita para algo, ellos están porque tienen mucho afecto por la escuela».

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Paraje Beladrich está a 45 kilómetros de la cabecera del partido de San Pedro.

Como en cualquier institución educativa los chicos tienen Inglés, Música y Educación Física y sus docentes también deben moverse en vehículos propios «porque no hay ningún colectivo ni nada que nos pueda acercar».

El edificio de la escuela data de 1925. «Es muy antigua y tiene a un kilómetro y medio la vieja pulpería, hoy reformada en almacén».

Cada dato aportado por la maestra no solo describe el paisaje, lo vuelve un lugar difícil de imaginar. «En realidad, Beladrich no llega a ser un pueblo con un par de casitas juntas. El almacén está en una esquina donde dobla uno de los caminos, pero después no hay casas juntas, todas están alejadas y dispersas entre sí».

La delegación municipal pertenece al pueblo cercano: Santa Lucía. Ahí también está el hospital y hay una salita en Doyle, otro pueblo chico que pertenece a San Pedro. «Gracias a Dios nunca nos tocó llevar a algún chico de urgencia; nunca tuvimos ningún accidente», aclara.

Tímidos, tranquilos, «para nada atrevidos como en las escuelas urbanas». Así prefiere describir a sus alumnos esta maestra con ocho años en la docencia. «Algunos tienen la posibilidad de seguir repasando las tareas porque la mamá no trabaja y obtener mejores resultados. Y hay otros casos en los que el papá y la mamá trabajan los dos en el campo, a veces porque se hacen cargo de la casa de los patrones o de  limpiarlas, en el caso de las mujeres, y a esos nenes les cuesta más».

En Beladrich, la distancia no perdona «y si las mamás no saben manejar y el papá está trabajando, entonces no pueden traer a los chicos y el aprendizaje cuesta».

 

La Plata, 18 de febrero de 2016.