Italia ’90: a 30 años de la final perdida más recordada de la historia

Un equipo que superó todos sus límites, las ausencias que se sintieron y el penal que vamos a discutir hasta el fin de los tiempos

Un verano italiano» (Un’estate italiana) fue la canción oficial de Italia ’90, la más bella de la historia de los Mundiales, la que sonó el 8 de julio de hace 30 años en el Olímpico de Roma, cuando Argentina perdió con Alemania 1-0 luego de un polémico penal sancionado por el árbitro mexicano Edgardo Codesal a cinco minutos del final, para que no hubiese una «Noche Mágica», como también se conoció al tema musical de Gianna Nannini y Edoardo Bennato.

Argentina llegó diezmada a aquella definición, por la expulsión de Ricardo Giusti en la semifinal ante Italia; y también sin Julio Olarticoechea, Sergio Batista y Claudio Paul Caniggia, el delantero más valioso y autor de los goles ante Brasil (octavos de final) y frente a los dueños de casa en «semis». Los tres se perdieron la final por acumulación de tarjetas.

“Nosotros, si estábamos completos, le ganábamos. Ellos nos respetaban muchísimo. Ojo, nosotros también a ellos. Pero si hubiéramos estado con el equipo completo, le ganábamos. Ellos manejaron la pelota, no tuvieron situaciones”, afirmó Ruggeri en un Instagram Live de El Gráfico.

Además, Diego Armando Maradona tenía el tobillo izquierdo inflamado por un esguince, Oscar Ruggeri arrastraba una pubalgia y Jorge Burruchaga, artífice de la consagración en México ’86, estaba «con lo justo» físicamente. Tanto que los dos últimos fueron reemplazados en el transcurso de la final por Pedro Damián Monzón y Gabriel Calderón, respectivamente.

El equipo albiceleste también tenía gran parte de los 73.600 espectadores en contra, algo que fue reflejado en el silbido al Himno Nacional Argentino, actitud repudiada a puro insulto por Maradona.

Si bien Alemania era algo más en el juego, el partido comenzó a volcarse a favor de los europeos cuando Monzón, quien había ingresado por el «Cabezón» Ruggeri, se convirtió a los 20 minutos del segundo tiempo en el primer jugador expulsado en una final de un Mundial por una violenta infracción sobre Jurgen Klinsmann.

Y a cinco minutos del final se concretó la tendencia que traía el partido. El mexicano Codesal, un médico ginecólogo que en realidad nació en Montevideo, donde arbitró sus primeros partidos antes de nacionalizarse en el país azteca, se erigió en protagonista excluyente, al sancionar un penal para Alemania por una supuesta falta de Roberto Sensini sobre Rudi Voller.

«La falta de Sensini no tiene discusión, él quiere jugar una pelota que está del otro lado y con el muslo lo derriba a Voller, y además se apoya con el antebrazo», recordó Codesal en abril pasado en el programa radial uruguayo «Tirando paredes».

«Esto es una realidad absoluta, nunca toca el balón. El alemán lo magnifica, sí, pero era penal antes y lo es ahora con el VAR», reafirmó quien se constituyó en un personaje esquivo para los medios desde el preciso momento de aquella polémica decisión.

Ruggeri salió al cruce de esas declaraciones del árbitro y retrucó: “Lo de Codesal fue una vergüenza y se lo voy a decir toda la vida. Fue de sinvergüenza. Ojalá que le tenga que decir a los hijos cuando vean las imágenes del partido y pregunten ‘papá, por qué cobraste ese penal’

Sobre el cierre del partido, el «Galgo» Dezotti seguiría el mismo camino que Monzón hacia los vestuarios, debido a un exceso en su protesta contra una decisión arbitral.

No hubo tiempo para más. Solo para la entrega de las medallas plateadas para el plantel argentino y el llanto desconsolado de Maradona, inmortalizado en mil imágenes.

Y Ruggeri enfatizó: “No tengo duda que hubo una mano negra. Nosotros no podíamos salir campeones del mundo otra vez”.

De fondo se siguió escuchando «Un verano italiano». Una noche que no fue mágica para un seleccionado que cuatro años atrás había deslumbrado al mundo en México «86.