Hernán Cattáneo, elegido 3 veces como el mejor DJ del mundo: “Los padres creen que sus hijos van a ser exitosos sólo si son abogados”

La calidad de sus selecciones y sus habilidades de producción le valieron al DJ argentino una carrera musical que lo vio conquistar continentes. Tras 42 años de carrera y asentado en Buenos Aires, “El Maestro” revela en exclusiva cómo trabaja incansablemente para limpiar la imagen de la escena de la música electrónica argentina

A lo largo de su ascenso para convertirse en el padre fundador de la escena house underground de la música electrónicael nombre Hernán Cattáneo se ha convertido en sinónimo de dedicación, pasión y un compromiso inquebrantable para defender una calidad musical única que es difícil de definir, pero que se reconoce al instante como su sonido característico.

En su profesión, lo que más hace -además de poner música- es viajar. Toma 200 aviones por año para hacer unos 90 shows. Sus sets duran desde 6 y 8, hasta 10 horas y si bien toca de noche, en la Argentina lo hace de día, con el objetivo de seguir “limpiando” la imagen de la música electrónica. Si hay alguien que puede hacerlo es él, porque tiene los seguidores y el prestigio que lo acompañan.

Con la simpatía y verborragia casi involuntaria que lo caracteriza, el DJ recibió a Infobae en el parador La Susana de José Ignacio horas antes de su tradicional show en Punta del Este, donde muchos fanáticos y celebrities disfrutaron de la presentación exclusiva frente al mar.

“Si bien lo que me gusta sucede de noche, soy un tipo totalmente de día. De chico salía de noche pero por la música. No tomo alcohol y no tomé una cerveza en mi vida. No porque estuviera bien o mal, sino porque no me gusta el sabor del alcohol. Cuando de muy chiquito sabés qué es lo querés, todas las cosas que se te pueden cruzar en el camino para llevarte a tomar las decisiones equivocadas no significan nada”, explicó sobre sus hábitos y comienzos el disc jockey.

Desde que tiene 6 años, la música forma parte de su vida. De niño escuchaba diferentes estilos influenciado por sus hermanas mayores, fanáticas del progressive rock y si bien no tenía idea de lo que era ser DJ, invitaba a sus amigos a su casa para que lo escuchen tocar. “El plan era ese, los invitaba y les compartía la música que me gustaba escuchar a mí. En el fondo, es lo que hago”.

El oriundo de Caballito, comenzó a pasar música a los 12 años en el club de su barrio, el Club Italiano. Pero fue Alejandro Pont Lezica, el gran DJ de los 70 y 80 en la Argentina, hoy director de Radio Nacional, quien con su música lo convenció sobre la profesión. “Lo vi y me volví loco. Dije: ‘Eso es lo que quiero hacer con mi vida’”, explicó. Así dio inició a su carrera como disc jockey y se ofreció para tocar en fiestas de 15 y eventos sociales.

Sin embargo, no todo fue color de rosas para el joven músico. Su padrehijo de inmigrantes pobres que lucharon para que él pudiera ir a la universidad y se convirtiera en un abogado, siempre estuvo en contra -no de la música- si no de que no estudiara una carrera tradicional.

“Ahora que soy mayor entiendo perfectamente lo que le pasaba. Quería que me asegurara un futuro y en ese momento ser DJ no me lo permitía. Su negativa tenía cierta parte de razón. Desde mis 15 a mis 20 años fueron tiempos de mucha pelea con mi papá. Yo no quería ir al colegio siquiera. Afortunadamente se puso duro y me dijo: ‘Bueno, okey. Negociemos’. Me compró unos equipos a cambio de que terminara el colegio. Y funcionó”, recordó.

Su madre, por lo contrario, era una mujer de espíritu artista y siempre comprendió su pasión. Era traductora de inglés, francés y alemán, y tocaba el piano porque en su familia todos los hacían. “Empecé a trabajar en discotecas y me empezó a ir bien. Por más de que no era lo que mi padre hubiera querido, vio que podía tener un trabajo y una vida decente. Tampoco le habrá causado mucha gracia es que yo de tan chico me volviera loco por algo que ocurría de noche”, dijo el DJ.

Trabajó en la discoteca Pacha hasta que un día, quien en ese momento era el DJ número uno del mundo, Paul Oakenfold, lo vio tocar en Argentina y le ofreció irse de gira con él, algo impensado para cualquier hispanoamericano. En ese momento no había DJs argentinos girando por el mundo. Los únicos disc jockeys que giraban eran los ingleses o los estadounidenses. “Luego de un show en el que toqué como opener de Paul, se me acercó y me agradeció por lo que hice. Tres meses después, llamó a mi manager para que me fuera de gira con él y me fuera a vivir a Londres. Supuestamente lo iba a hacer por 6 meses pero terminé volviendo a la Argentina 15 años después».

A medida que su carrera crecía, también lo hacían sus legiones de fanáticos, y se corría la voz en todo el mundo sobre el hombre cuyos legendarios sets nocturnos tenían el poder hacer bailar a quienes los escucharan hasta el amanecer. A ese extraordinario comienzo, le siguieron 42 años de carrera y toda una familia que aprendió a convivir con sus viajes y su música.

Está casado con la ex modelo Jackie Keen y tiene tres hijas mujeres: Olivia (12), Abril (10) y Mila (8). “Estuve 5 años viviendo en Londres. Durante el verano -recordó- viajaba a Punta del Este y solía frecuentar el boliche Tequila. Una noche la vi a Jackie y me dio lo que los italianos llaman ‘el rayo’, esa cosa a la que no le podés escapar. Ella trabajaba en la tele con Pettinato y yo tenía mi vida en Europa así que durante casi un año nos vimos muy poco. A fin de año nos casamos y nos fuimos a vivir a Barcelona donde nacieron nuestras 3 hijas”.

– Cuando arrancabas, ¿qué entendía en esa época la gente ajena a la movida por “música electrónica”? ¿Cuál era su percepción?

– Era un mundo tan chiquito que a nadie le importaba, no jodía a nadie. Era música de discoteca, todo el mundo iba al boliche. Cuando empezaron a haber eventos más grandes y comenzaron los problemas con las drogas, empezamos a salir en los diarios. Me fui a vivir a Europa volví a Buenos Aires y en una ocasión cuando llevaba a mis hijas al colegio, le comenté a algún padre a qué me dedicaba. Por poco no sale corriendo. Ahí pensé: “Tengo que hacer algo”.

A mis 30 estaba en el top 10 del mundo. Sin embargo, el 2018 fue el mejor año de mi carrera: cuando hicimos el Colón. Durante un año preparamos un show sinfónico. Yo estaba convencido de que si sacábamos a la música electrónica del contexto de la noche -que es donde están los problemas- y la poníamos en otro lugar, uno “seguro” para los detractores, íbamos a poder demostrar nuestro punto. Porque la gente pensaba mal de la música electrónica y no es la música el problema.

Y así fue, llenamos cuatro veces el Colón y tuvimos que hacer un show al aire libre para 40 mil personas. Yo no tengo nada en contra de lo que pasa a la noche, porque vivo de noche y no tengo ningún problema. Pero la gente a la que había que convencer tenía mucho preconcepto de lo que se trataba.

Sin dudas fue uno de los grandes hitos de mi carrera. Primero, porque había logrado como DJ que la música electrónica llegara al escenario más emblemático de la Argentina. En segundo lugar, porque pudimos cambiar la imagen de los DJs y de la música electrónica. Y por último, porque a los 3 meses el Gobierno de la Ciudad me declaró Personalidad Destacada de la Cultura. Cosas que para un DJ son imposibles de imaginar.

En 2004 ocupó el puesto Nº6 del Top 100 de DJ Magazine, el reconocido medio británico de música electrónica. Y durante toda la primera década del nuevo milenio también fue el mejor DJ de hispanoamérica. “Tuve la suerte de tener aún de muy chico la claridad sobre lo que quería hacer. Fue un privilegio y una salvación. Hay muchas más chances de que seas un buen pianista porque te gusta el piano, que de que seas un buen contador por un mandato. Los padres creen que sus hijos van a ser exitosos si son abogados. Yo prefiero que sean guitarristas y que quizás no ganen tanta plata, pero que sean felices», aseguró.

– ¿Cuál es son las claves para alcanzar una carrera de DJ exitosa?

– Obviamente, es indispensable el talento, más ahora que antes porque somos muchos. Después, creo que tiene que haber un momento de suerte. Para mí, fue un tipo como Paul Oakenfold, que vino y me dijo que le gustaba lo que hacía y punto. Si quizás él ese mismo día hubiera estado en otra fiesta y no ahí, capaz que hoy no estoy sentado acá con vos. Mucha gente minimiza a la suerte. Pero conozco un montón de chicos de esa época que eran iguales o mejores que yo poniendo música y hoy no tienen una carrera como la mía.

Trabajando de noche hay un montón de tentaciones, un montón de posibilidades de hacer cagadas. Y tener una familia, un buen grupo de amigos o buen manager, gente que te diga ‘por ahí sí’ o ‘por ahí no’ es clave. Al haber empezado a ir a discotecas de muy chico, veía gente drogada y me asustaba. Lejos de atraerme, me daba miedo.

En mi caso, tuve mucha suerte en el timing. Cuando era más joven y no tenía mujer ni hijos, trabajaba 24/7 y giraba por el mundo haciendo 140 shows al año. Casado y con hijos hubiera sido imposible. Cuando ya estaba establecido, la conocí a Jackie, tuvimos a las chicas y de a poco fui desacelerando el ritmo de mi carrera, cuando podía darme el lujo de hacerlo. Tener una familia es un ancla increíble. No podría pasarme de alcohol y después llegar a casa para que mi hija me abra la puerta. No es mi caso pero tengo amigos que se rescatan un montón por eso. La vida del DJ y compositor sueco Avicii es el ejemplo perfecto de alguien talentoso, brillante y trabajador, pero pésimamente rodeado que termina como terminó.

– ¿Cómo es la dinámica familiar y de trabajo cuando estás en Buenos Aires? ¿En qué se basa tu proceso de producción diario?

– Por lo general paso 2 semanas en Buenos Aires, me voy 2 fines de semana de gira, vuelvo uno y me voy otro. Cada 5 fines de semana trabajo 3 y 2 descanso. Es lo mínimo que puedo hacer. El 60% del tiempo estoy en casa. Llevo a las chicas al colegio, vuelvo a casa a las 8:05 de la mañana, me siento en la compu y hasta las 13 hs es todo música.

Por un lado, escucho lo que me mandan productores del mundo, sellos discográficos y compañías de promoción musical y de ahí selecciono lo que me gusta. Primero, para el podcast de música que sale todas las semanas por Metro y por iTunes. Después, para mis sets. No es lo mismo un set para tocar en Punta del Este a la tarde que para hacerlo una discoteca a las 3 de la mañana en Japón.

Por último, hago discos y tengo un sello discográfico. Para todo eso selecciono y armo carpetas. Luego viene el proceso de engullirme de esa música. El gran secreto para poner buena música es conocerla bien y eso se logra escuchándola una y otra vez. Cuanto más conocés tu música mejor la mezclás. Si sos un DJ de hits no es tan importante pero para la progresión es fundamental.

Cattaneo asegura que los cambios tecnológicos marcaron un antes y un después en las carreras de los disc jockeys profesionales: “Antes tocábamos con vinilos y estábamos atados a eso. Hoy podés agarrar un tema, cambiarle la voz y sacarle los graves, todo eso hace que el mundo musical sea infinito”.

En septiembre pasado, el DJ fue galardonado por segunda vez consecutiva con el premio al mejor DJ del año en la categoría progressive house, estilo que lo identifica. Además es reconocido por su constante defensa de los artistas y sellos emergentes. Con sus sets, su sello y su podcast semanal busca destacar el talento de la próxima generación, conectando constantemente a la comunidad global y proporcionando una plataforma esencial que permite que brillen nuevas estrellas.

– ¿Cuáles son tus planes para el futuro? ¿Pensaste en retirarte?

– Si en algún momento dejo de viajar me encantaría hacer un programa de radio. Por otra parte, la experiencia en el Colón sin dudas marcó mi carrera. Me encantaría volver a hacerlo, pero sucede que para un show de 90 minutos tenés que trabajar durante un año y hay que tener tiempo y también requeriría que deje de viajar. Si vos me preguntaras hoy si me gustaría trabajar un poco menos, te diría que sí. Pero perdés training, es como que Federer de repente solo juegue Roland Garros y US Open, cuando le llegue el momento de jugar va a estar fuera de training. Voy a seguir hasta que de y un día me dedicaré a hacer obras o radio.