Economía argentina: Loma Negra cerró su primera planta por la caída del consumo

Otra empresa histórica como Zanella también quedó al borde del cierre de las puertas de su planta de Caseros.

Como retrato del clima de época con caída del consumo, tasas de interés elevadas, cepo cambiario que paraliza el mercado inmobiliario y el uso de la capacidad instalada en mínimos históricos, este jueves se dio a conocer el cierre de la planta de Loma Negra de la que salió su primera bolsa de cemento en 1919.

La planta cementera de Loma Negra en Sierras Bayas, Olavarría, fue un emblema para la industria nacional y cerró sus puertas porque el volumen que venía produciendo no lo permitía sostener los costos fijos. Para mejorar su rentabilidad es necesario encarar importantes inversiones en tecnología, que la compañía consideró que era preferible hacer en otras plantas por la falta de ventas.

Este cierre era un secreto a voces. La compañía venía despidiendo por goteo a sus empleados y está buscando junto con la Asociación Obrera Minera Argentina (Aoma) ubicar en otras empresas del sector a los 22 operarios que hoy se quedaron sin trabajo. En 2017 supo emplear a 100 personas.

La otra empresa que avanza por ese camino es la histórica Zanella. La empresa líder nacional en la fabricación de motos se vio duramente afectada por la caída del consumo y se vio obligada a hacer malabares financieros para evitar lo que sucedió hoy: el envío de telegramas de despidos a 75 operarios de la línea de producción de la fábrica ubicada sobre la calle Juan Zanella -en honor a su fundador- en Caseros.

Si bien la planta no estaba produciendo, los despidos confirman que tampoco hay expectativas de una mejora en el corto plazo que permita reactivar la línea. La firma que a comienzos de año tenía 500 empleados, hoy conserva 50 en su nómina solamente y busca comprador. Este año ya había tenido que cerrar la planta de Mar del Plata y la de Cruz del Eje en Córdoba y reducir el personal en la fábrica de San Luis.

La empresa actualmente tiene containers con insumos varados en el puerto, pero se quedó sin dinero para retirarlos. Parece una ironía recordar que hasta la crisis de 2018 la empresa ganaba unos $30 millones al mes; y hoy adeuda hasta cuatro salarios y el medio aguinaldo.

«Una empresa de 70 años merecía ser salvada, el daño es inconmensurable», dijo a LPO Francisco Uriburu, analista de mercados que trabajó en el financiamiento para evitar el cierre de la planta.

De acuerdo a los especialistas, hoy una empresa con empleados y sin ganancias es muy difícil venderla. Los compradores exigen que el propietario anterior haya desvinculado a sus empleados y se haya hecho cargo de las indemnizaciones antes de tomar posesión. 

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