Los chicos en la escuela, siempre

Este viernes finaliza Escuelas Abiertas en Verano, un programa que permitió que miles de chicos continúen su recorrido educativo y otros tantos pasen a estar escolarizados.  El balance de los coordinadores.
Mauricio no iba a la escuela y Juana no conocía la playa pese a vivir en Mar del Plata. Este verano les cambió la vida para siempre. Mauri, como le dicen sus profes, un chico travieso y de corazón gigante, se sumó al programa y gracias a eso se le buscó una vacante para que retome los estudios. Juana, por su parte, vivió las mejores vacaciones de su vida. Disfrutó de la arena y vibró con cada una de las actividades. ¡Aprendió jugando!
Son, apenas, dos casos. Dos historias de más de 200 mil que hubo en todo el territorio de la Provincia de Buenos Aires, repartidas en 2100 sedes.
«Logramos ofrecer una oferta pedagógica de calidad, donde los chicos hicieron tanto actividades recreativas como educativas», explicó el Subsecretario de Educación, Sergio Siciliano.
Participaron alumnos desde jardín hasta secundaria y, también, algunos niños y jóvenes que no estaban escolarizados y ya se integraron al sistema educativo formal. ¿Qué hicieron durante estas cinco semanas? Disfrutaron del mar y la pileta, realizaron tareas artísticas y otras en las netbooks, hicieron deportes, y participaron de charlas informativas de diferentes temáticas (preservación del medioambiente, la importancia de una vida saludable, los derechos del niño). En síntesis: jugaron y aprendieron.
«Que la educación esté presente en el verano», asegura la resolución N° 836/16 que aprobó el programa Escuelas Abiertas en Verano 2017. A unas horas de que finalice, podemos decir: ¡Objetivo cumplido!
Vale la pena conocer los balances de los coordinadores de diferentes distritos que, en definitiva, son las personas que convivieron con los chicos y los docentes durante más de un mes.
Laura  Oquiñena, de Olavarría, contó: «La verdad es que nuestras expectativas se vieron superadas porque el aprendizaje de los chicos tuvo una continuidad real. Y la novedad de este año fue que hubo apertura de sedes en zonas rurales y, en consecuencia, la participación de chicos que antes quedaban al margen del programa».
Por su parte, Marcelo Merigo, coordinador de Bahía Blanca, afirmó: «En un principio el programa nació como la continuidad de los comedores escolares pero ahora el objetivo pasó por sostener la parte alimenticia y, además, lograr que los chicos tengan una continuidad en la enseñanza».
Hugo Benítez, de General Pueyrredón, comentó: «Trabajo desde hace años en este programa y es la primera vez que podemos trabajar con una excelente cantidad de materiales deportivos. Esta cuestión le dio un giro realmente superador al programa. Y lo bueno de las Escuelas Abiertas en Verano es que los chicos la pasan bien y eso genera un contexto ideal para la enseñanza, porque están distendidos y aprenden mientras se recrean».
Lo que cuentan Laura, Marcelo y Hugo resulta vital, porque mencionan tres de las novedades que tuvo el programa durante este año: nuevas sedes en zonas rurales, los espacios dejaron de ser sólo comedores para convertirse en verdaderas escuelas y la gran cantidad de materiales para desarrollar las actividades.
Igualmente, ellos tres no fueron los únicos que quedaron satisfechos. Bruno Silva, coordinador de La Plata, manifestó: «Este programa tuvo la capacidad de brindar contención y actividades que ayudaron a los chicos a socializarse. Esto cumple un rol fundamental en su proceso de crecimiento y maduración».
En tanto que Cristina Molinaro, de Quilmes, expresó: «Se cumplió un doble objetivo: que los chicos disfruten de sus vacaciones y, al mismo tiempo, que en el verano no se corte el recorrido educativo. Aprendizaje y diversión fueron de la mano».
Por último, el veredicto de Cristian Gullivert, de Junín: «Resultó un programa altamente educativo, donde los chicos aprendieron desde natación hasta el cuidado del medioambiente, pasando también por actividades artísticas y de expresión. Y un aspecto fundamental fue que, en todo lo que se hizo, se buscó que los niños mejoraran las normas de convivencia».
En invierno o en verano; da igual. Los chicos deben estar en la escuela. Siempre.
Su lugar en el mundo
Por Alejando Finocchiaro, Ministro de Educación de la Provincia de Buenos Aires
Si hay un espacio que nos marca para siempre, ése es la escuela. Porque allí edificamos la base de nuestro futuro pero, además, le damos forma a los que serán recuerdos imborrables. Si bien la escuela nos enseña de historia, geografía, matemática y literatura, claro está, también nos aporta valores: respeto, solidaridad, bondad. Acaso tres pilares que pueden sustentar todo lo demás.
Por eso mismo, Escuelas Abiertas en Verano no es un programa más. Es una pata trascendental del sistema, que genera una oportunidad invalorable. Que, durante el verano, los chicos estén en el lugar que les pertenece: la escuela.
Recorrer diferentes sedes me dejó tranquilo. ¿Por qué? Porque vi chicos felices. Observé niños y jóvenes que aprendían jugando, casi sin darse cuenta.
En el mar, en la pileta, con una pelota, con una computadora o con un pincel. Todos crecieron… y nosotros crecimos con ellos.
«Son las escuelas la base de la civilización», repetía Sarmiento. ¿Y saben una cosa? Tenía razón.