El juego, un aliado para prevenir una peligrosa bacteria

Chicos de entre 3 y 6 años participaron, en Pilar, de una jornada educativa sobre la infección por Escherichia coli

Cuando el malvado señor Urémico apareció en escena, con su capa negra y sus uñas largas, los espectadores, de entre 3 y 6 años, se pusieron de pie para gritarle. En los próximos minutos intentará contaminar una hamburguesa algo irritable para que los chicos enfermen si la comen. Pero la aparición de Manotas, un superhéroe, les advertirá de los peligros.

Así, más de 100 chicos de entre 3 y 6 años, de los centros de desarrollo infantil (CDI) de Pilar, participaron ayer de una jornada de prevención sobre la infección por Escherichia coli, una bacteria que provoca diarreas y síndrome urémico hemolítico (SUH). Se transmite por el consumo de alimentos contaminados y el contacto de persona a persona.

En el predio de la Dirección de Seguridad Alimentaria municipal, los chicos disfrutaron de la obra de teatro Sanalapapa, en la que la bacteria acecha a dos hamburguesas que se están cocinando para el almuerzo.

A más de cien chicos les enseñaron a lavarse las manos y no comer carne cruda
A más de cien chicos les enseñaron a lavarse las manos y no comer carne cruda.

«Urémico, ¡llegó tu hora!», amenazó Manotas y los chicos empezaron a pararse para anticipar el final feliz. El superhéroe había impedido que un chico comiera una de esas hamburguesas contaminada. «¡Por fin, limpiamos a la bacteria!», dijo Manotas y los chicos empezaron a aplaudir.

Dani, de 6 años, miraba fijo al malvado Urémico. «Sí, yo me lavo las manos», dijo, mientras su maestra del CDI Amigos de Chirú se acercaba con Santino, de 5, que también quería decir algo. Pero desde la fila del CDI El Principito, David, de 6, quiso participar de la charla. «Hay que lavarse siempre las manos», dijo al repetir lo que acababan de cantar en el final de la obra. «Tampoco hay que comer la carne roja. Tiene que estar oscura, porque si no podés tener bichitos en la panza», explicó, mientras los demás lo miraban. Y Uma, de 5 años, del mismo CDI, contó: «En casa me dicen que tengo que lavarme las manos… Ah, y mi mamá cocina la comida».

En el país, cada año se diagnostican por lo menos 400 casos de SUH. Los menores de 5 años son el grupo más vulnerable a la Escherichia coli, productora de toxina Shiga, la causante más común de la enfermedad.

«La idea es que los chicos fijen el color de la carne cruda y que repliquen el mensaje en casa. Son muy chiquitos y lo importante es que, cuando les den un alimento, sepan diferenciar si está bien o no para comer», explicó Constanza Moltedo, directora de Seguridad Alimentaria de Pilar, que organizó el encuentro con la Fundación Ciro de Santadina. «Arrancamos por la carne porque viene el verano, se corta la cadena de frío y sabemos que los chicos comen bastante hamburguesa, aunque no sea la única fuente de infecciones transmitidas por alimentos.»

Insistió en que no se trata de condenar a la carne, sino de «enseñar a consumirla de manera segura» para la salud. «Lavarse las manos después de ir al baño y antes de comer es la forma más fácil de prevenir este tipo de enfermedades y es importante que cuando estén solos en cumpleaños, clubes o el jardín sepan cuidarse solos. Los padres no están ahí para ver qué comen, entonces es bueno que desde muy chicos sepan que no tienen que comer la carne si está cruda, roja», dijo Moltedo, que diseñó esta estrategia de prevención con el juego como aliado.

Los adultos también pudieron aprender sobre la importancia de lavar bien las verduras, la temperatura adecuada de cocción de la carne, el uso de la lavandina como desinfectante y cómo cambiar los pañales, porque la bacteria se transmite de persona a persona por la vía fecal-oral.

En una caja con luz ultravioleta, chicos y docentes podían comprobar si se habían lavado bien las manos. Agua, jabón y frotarse bien entre los dedos durante 3 minutos acababa de ser la consigna. Un reactivo antes de exponer las manos hacía magia segundos después.

«Muchas veces, los padres y los docentes están apurados y pasan por alto el lavado de manos», dijo Moltedo, mientras controlaba que cada grupo recibiera una caja con algunas prendas del vestuario de los personajes para que, por turnos, los chicos las usen como encargados de hacerles lavar las manos a sus compañeros.

«¡Estefanía tiene manos limpias!», premió una de las técnicas que ayudaba a los chicos a distinguir gérmenes bajo la luz azulada. Ya había visto a «los bichitos malos» en el microscopio. «Eran color rosa», dijo sobre los verdaderos y diminutos señor Urémico.