Franetovich: «Al carajo con lo políticamente correcto»

Una  solicitada en  la tirada  del  domingo del  diario de mayor  venta  en  la  ciudad  causó  revuelo  en el mundo  de la política  local.

Se transcribe  la  nota de la publicación pedida

 

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Cansado de la hipocresía, de la deslealtad, de la falta de memoria, de la traición y de los oportunistas

Al carajo con lo políticamente correcto

Me llamé a silencio desde diciembre de 2015, desobedeciendo a mis impulsos, a mi carácter y a lo que siempre hice. Acepté equivocadamente durante estos siete meses el consejo de ser políticamente correcto, esperando que los protagonistas institucionales de lo que debiera ser nuestro espacio hagan su tarea; proponiendo seriamente políticas públicas que aseguren la continuidad del desarrollo local y que defiendan los doce años de progreso y crecimiento de nuestra ciudad de la mano del peronismo chivilcoyano. Que asuman en su justa medida y responsabilidad la derrota y hagan honor a los espacios que ocupan y que se les brindaron defendiendo y defendiéndose de las falsas acusaciones. Pero no me cabe el rol, siempre fui frontal, directo e impulsivo sin pensar en el costo político que mi personalidad implica; preferí siempre tener una sola cara, aún torpe, a tener dos caras y ser hipócrita. Pero ya me estaba enfermando la impotencia que me generaba el silencio ante tanta hipocresía, deslealtad, falta de memoria, oportunismo, traición y desagradecidos.

Háganle honor a ello, sean agradecidos, ¡digan presente, háganse ver, sean compañeros, defiendan los trapos! ¿Cómo puede haber tanto silencio? ¿Cómo puede haber tanto chamuyo a la oreja? ¿A qué se le tiene miedo? ¿De qué se tiene miedo? ¿De qué se creen que se pueden salvar? ¿Cómo puede ser que no se defiendan de difamaciones? ¿O, acaso, no me enteré de algo? ¿Acaso no aprobaron la mitad de los concejales actuales y la totalidad de los actuantes en aquel momento y por unanimidad la adquisición de la tan mencionada quinta y su supuesto sobreprecio, luego de un exhaustivo control? ¿Cómo puede ser que se hayan llamado al silencio ante la pseudo institución de una «Comisión Investigadora” designada por el ejecutivo municipal pretendiendo ejercer atribuciones legales y constitucionales propias de los órganos de control pertinentes como el Tribunal de Cuentas y Concejo Deliberante? Independientemente de que alguno esté tramando una traición, despiértense y ejerzan el rol constitucional de oposición o renuncien y gánense solos el lugar o usúrpenlo y háganse cargo con nombre y apellido.

A propios y extraños les aclaro -por si alguno se hace el distraído-, que fui intendente en el período 2003 / 2009, seis años. Cada Intendente es

responsable de todo lo que ocurrió en su gestión, lo bueno y lo malo, lo que hizo y lo que no hizo, de lo que hicieron y de lo que no hicieron cada uno de sus funcionarios y sus empleados, de lo que les ordenaron o no les ordenaron hacer, los hayan nombrado o no los hayan nombrado.

Les recuerdo a los que se dicen compañeros y hoy me descalifican, cuestionando pública o privadamente mi situación personal y patrimonial, que soy la misma persona con el mismo perfil, los mismos principios, la misma posición socioeconómica de entonces, cuando el peronismo de Chivilcoy me fuera a pedir que renuncie al poder judicial y encabece la lista de concejales en la elección legislativa para el 2001, en un intento de empezar a ganar y recuperar luego el municipio en el 2003. No cuestionaron entonces mi situación o posición que hoy cuestionan los «nuevos” peronistas de Chivilcoy que no sé donde estaban en ese entonces.

Les recuerdo y les digo a quienes no saben o no quieren saber

SI bien vengo de una familia luchadora, tuve de ella, de mis padres y de mis abuelos, un envión sin el cual tal vez no me hubiese recibido a los veinticuatro años y no me hubiese ido lo suficientemente bien.

Lamentablemente, por la pérdida de mi padre, allá por el año 1979, conocido médico cirujano que viviera y desempeñara su profesión, entre otras, en las ciudades de San Fernando, Chivilcoy, Rojas y Pergamino. Así, a mis 17 años, heredamos con mis hermanas un considerable patrimonio para la aspiración de cualquier persona que obviamente no existía ante la ausencia de un padre que a esa edad, y a cualquiera, provocaba tanto sufrimiento.

Ante tanto canalla suelto, me siento en la obligación de decir que de mi padre heredamos una chacra en la ciudad de Pergamino, tres inmuebles en la misma ciudad, un inmueble en Chivilcoy y algunos bienes más que constan en la declaratoria de herederos de la correspondiente sucesión que tramitara en su momento el Dr. Hugo Cartier.

Así las cosas, a mis 25 años , tenía cuatro actividades simultáneamente, que mucha gente podrá recordar, tenía mi propio estudio en calle Necochea 248; una granja y criadero de pollos en Avenida Hijas de San José, era propietario fundador del Bar y Pizzería Bartolo y era Director de Tránsito de la Municipalidad de Chivilcoy, durante el gobierno municipal del Dr. Jorge Juancorena. Todo, además de militar, en los momentos en que podía hacerme tiempo, habiendo participado por aquellos años acompañando a la lista que desde muy joven encabezó Florencio Randazzo.

Pasé también por el poder judicial en Pergamino siendo prosecretario del Juzgado Criminal Nro. 1 del mismo Departamento Judicial. Luego, volví a Chivilcoy para ser Director de Asuntos Legales y, después, a los 32, vuelvo al poder judicial, oportunidad en que me designan Juez de Paz Letrado de nuestra ciudad.

Sin cuestionarse mi situación personal, status, patrimonio, militancia o lo que fuera, me ofrecen y me piden representar al Peronismo, para ello tuve que renunciar al poder judicial, al cargo de Juez. Seguramente, los que hoy me cuestionan, difícilmente hayan renunciado a nada.

Hoy se me castiga y critica por que después de romperme el lomo trabajando toda mi vida en la actividad privada, de haber sido juez, concejal, diputado, dos veces intendente y ministro provincial; a los 50 años, decidí, hace cinco años, invertir en mi ciudad, -la ciudad que elegí para vivir-, adquiriendo la mayor parte del viejo hotel Familiar de Chivilcoy, al que, reitero, hace cinco años comenzamos a refaccionar para convertirlo en una oferta gastronómica y hotelera de 17 habitaciones.

Tal vez me equivoqué y podría haberlo hecho en otra ciudad y andar haciéndome el humilde, pero no es mi estilo ni lo será, tengo la conciencia tranquila y nada que esconder.

Las versiones y las difamaciones circulan como las monedas falsas, son hechas por delincuentes y las hacen circular los inocentes, por eso me veo en la necesidad de mostrarme tal cual soy, como lo vine haciendo en cada una de mis declaraciones juradas patrimoniales, pero esta vez públicamente.

Esto es para no hacérsela fácil a los traidores, desagradecidos, faltos de memoria, difamadores y oportunistas, a los que les digo que si quieren ser algo y triunfar lo van a tener que hacer construyendo y no difamando.

Estoy tranquilo porque, a mediano o largo plazo, sólo perdurará el concepto que nos hayamos hecho del trato, de las experiencias propias, reales y directas de persona a persona y no el de la difamación ni de las redes sociales.

Estoy tranquilo porque soy el de siempre.

Soy el que fueron a buscar en el año 2000 para que el Peronismo vuelva a ganar.

Soy y fui siempre -y en todo momento-, fiel a Florencio Randazzo más –mucho más- de lo que los que llegaron conmigo lo fueron hacia mi persona.

Soy el que le recomendó a Florencio no ser candidato a Gobernador cuando le cambiaron la palabra y no se lo apoyó para ser precandidato a Presidente.

Soy el que, de la mano de Florencio, llevó al triunfo al Peronismo local en el año 2001, después de ocho años.

Soy el que, de la mano de Florencio, recuperó el municipio para el PERONISMO local en el 2003.

Soy el que, de la mano de Florencio, ganó la reelección con el 74 por ciento en el 2007.

Soy el que le abrió el camino a dos compañeros intendentes más y le dio oportunidades a cientos de compañeros y una ciudad mejor a 70.000 habitantes.

Y, finalmente, soy aquel al que los indeseables quieren que se olvide.

Ariel Franetovich