Estadísticas educativas: a través del arte, los conflictos en una escuela cayeron un 70 por ciento

La estadística es la ciencia del estado y también de las instituciones que forman parte de ese estado. En ese marco, las mediciones permiten establecer avances o retrocesos, debilidades o fortalezas. Muchas veces, esas dimensiones numéricas arrojan datos de sorprendente dimensión y estimulan el optimismo social.

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Ese es el caso de una escuela secundaria del conurbano bonaerense que consiguió cambiar conflictos por arte. Es así: el registro de actas sobre hechos de violencia, de embarazos adolescentes y peleas interbarriales cayó en un 70 por ciento en la EES N° 4 «Atahualpa Yupanqui», de General Rodríguez.

Los directivos y docentes del establecimiento están satisfechos, aunque consideran que es necesario seguir trabajando.

Opinan «que el arte abre nuevos mundos y de eso puede dar cuenta enteramente la comunidad educativa de esta escuela que lleva adelante el proyecto denominado El Arte frena la violencia, a través del cual los jóvenes consiguieron modificar sus realidades».

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La escuela tiene orientaciones de Arte, Literatura y Música y es la  única de ese tipo en el distrito. Está emplazada en una zona que conserva vestigios de semi ruralidad, con nuevas comunidades de países limítrofes, y con jóvenes que presentan fuertes lazos de pertenencia barrial. Ese era un escenario de peleas físicas y verbales, que también se trasladaban al espacio escolar.

Con los talleres de escultura, pintura, música, dibujo de historietas, y cerámica, entre otros, la escuela dio un paso al encuentro y al compartir con otros.

«Ya no sólo asisten a contraturno los alumnos, sino todo aquel miembro de la comunidad que lo desee. Así fue que abandonaron las armas por trompetas, guitarras y bombos. Los puños apretados se relajaron para pintar, moldear y crear objetos. Las discusiones se tornaron debates y aparecieron nuevos colores y poco importaron los de la piel», refieren las docentes.

«Los chicos empezaron a compartir un lugar. Crearon pertenencia y empezaron a ver otros horizontes. La violencia que se experimentaba en la comunidad se transformó en algo más liberador a partir de la práctica artística», señaló la directora del establecimiento, Patricia Peña Hernández.

La directora da cuenta de cómo la aceptación del otro le ganó la pulseada a la discriminación y cómo el arte pudo traducirse en acciones solidarias, alegría por el compartir y en nuevas expectativas de vida.

«Nosotros tenemos egresados que pasaron de ser «los pibes chorros» a transformarse en estudiantes universitarios», ejemplifica Peña Hernández, quien atesora la prueba del cambio: un libro de actas que ya prácticamente no registra hechos de violencia y, como contraparte, circula un cuaderno de mediación.

Los jóvenes de los cursos superiores fueron capacitados para ser mediadores entre los alumnos más chicos para así, a través del diálogo y la reflexión, encontrar juntos las soluciones a dilemas menores de convivencia.

La directora también destacó el impacto del proyecto en la zona: «La Escuela logró reunir diferencias y erradicar la violencia latente entre los integrantes del barrio. A partir de los talleres y con los cambios de relaciones, la comunicación de la comunidad se fortaleció. Ahora, las entidades del barrio están enlazadas en una ´mesa barrial´ donde se discute, se proyectan y ejecutan acciones para el bien común barrial», explica.

El trabajo en la EES N° 4 no hubiera sido posible sin el compromiso de todo el plantel docente y de los miembros de la institución y el barrio.

Así es que también contabilizan como logros comunes el intercambio intercultural con una comunidad Mbyá guaraní en la provincia de Misiones, los convenios con la Escuela Superior de Arte de Luján y la participación en muestras de arte en otros distritos. Además, desde la comunidad se generaron acuerdos de asistencia al comedor comunitario, la comunidad paraguaya construyó la capilla barrial, se creó la sala de primeros auxilios y trabajan junto con la sociedad de fomento y la escuelita de fútbol callejero.

«Las diferencias deben enriquecernos. Siempre uno tiene algo bueno para dar y algo bueno puede recibir del otro. Somos todos distintos pero humanamente iguales», indica, sin fingida alegría, Peña Hernández.

La Plata, 4 de junio de 2016.-