Barbas blancas: cuando la política juega a establecer una tendencia

Aníbal Fernández, Amado Boudou, Carlos Kunkel y Florencio Randazzo reaparecieron con similar estética. Estilo setentista, espíritu relajado, casualidad o mensaje encriptado.

 

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La cumbre del PJ fue el lugar del reencuentro. Allí sorprendió un Aníbal Fernandez de chomba y bigote recortado. Pero la informalidad no fue lo que más llamó la atención sino su nuevo look que, parece, marcó tendencia: una tupida barba blanca.

A él le siguió el diputado Carlos Kunkel,  quien apareció en el Congreso de la Nación bronceado y también con la barba crecida. Luego surgieron Florencio Randazzo y Amado Boudou. El primero mostró una barba que luego emprolijó para aparecer ayer junto a Macri y Guillermo Dietrich en Quilmes.

Y por último, el ex vicepresidente recién llegado de sus vacaciones en México en donde visitó a su novia pasó por el acampe de la organización de Milagro Sala en Plaza de Mayo y tampoco pasó inadvertido. El comentario: lo tostado que estaba y su barba canosa. Casualidad o no, luego de dos meses de ostracismo, los kirchneristas volvieron a escena y con looks similares.

 

Rebelde Way. “Si bien la barba se puso de moda, que todos aparezcan en este momento particular luciéndola parece significativo. Podría tener que ver con la caída de la imagen que han tenido políticamente y la necesidad de cambiarla. La barba en nuestra historia  está también asociada a los revolucionarios de los 70.

Entonces, que hoy con el Gobierno que tenemos, que el kirchnerismo asocia con una ‘dictadura’, estos cuatro políticos se muestran con barbas y alejados del poder, es llamativo.  No hay que perder de vista que siempre se sirvieron de los relatos de los 70. Ellos forman parte de una tendencia más revolucionaria y eligieron la barba como un símbolo de ello”, explica la psicoanalista Margarita Marsan.

El antropólogo Sergio Rulicki ahonda en el concepto: “Como en Occidente el bigote  está asociado históricamente con la profesión militar puede ser que su uso sea inconscientemente rechazado por el electorado ‘progresista’, mientras que la barba completa y larga está relacionada con líderes revolucionarios  de izquierda como Fidel Castro y el Che.

En nuestro país se llegó al extremo de que en la década de 1970, el cabello largo acompañado por barba y bigote resultara suficiente para que se sospechara de la pertenencia a alguna organización subversiva. Por otro lado, resulta curioso que actualmente ningún senador norteamericano muestre algún tipo de vello facial, y que  el 90% de todos los cargos legislativos estén ocupados por políticos que llevan el rostro completamente afeitado”.

Fuente: Rouge