La voz de Los Pasos Previos

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Cuando no se han cumplido 40 días de la asunción del nuevo gobierno, llama poderosamente la atención la velocidad con que la derecha busca reposicionarse en el espacio social. Fácticamente, pero a su vez ocupando el espacio simbólico. Allí donde el Proyecto Nacional construyó su hegemonía cultural. La velocidad no constituye un hecho azaroso. Podríamos realizar una analogía con aquel boxeador que acierta a su oponente en el primer round una estocada al mentón, y busca terminar la pelea antes de que su rival se reponga sorprendido en su invulnerabilidad. Lo primero que debiéramos pensar, es que lejos de minimizar la fuerza de los movimientos populares, la derecha considera que se enfrenta a un oponente de peso, al que no se lo puede atacar con medias tintas. Por ello este plan del gobierno, que por similitud demoledora remite a la «blitzkrieg» o guerra relámpago, -concepto táctico acuñado por los alemanes en la Segunda Guerra Mundial- para enfrentar a enemigos poderosos antes de que estos puedan rearmarse, unificar fuerzas y establecer una unidad de acción. Saben por supuesto, que de no existir continuidad y contundencia, se gestaría el espacio para una resistencia social con consecuencias parecidas a las que tuvo Stalingrado en el curso de la guerra.

 

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Por ello, cabe resaltar, que el poder económico lejos de menoscabar al poder popular se encuentra enfrentándolo desde una posición de enorme respeto en el sentido amplio del término. Son los mismos que derrocaron a Irigoyen, los que derrocaron a Perón, los impulsores de la dictadura más sangrienta, quienes están de vuelta en el poder. La coexistencia de la derecha con las formas democráticas constituye un handicap que hoy no pueden soslayar. Debemos recordar que la existencia del Parlamento, de la pluralidad política que allí se expresa constituye un logro de las clases populares y no una concesión natural de los tiempos. Por ello, no es de extrañar, ese intento desde el vamos, de controlar la CSJN, de subordinar al Congreso, y de condicionar la protesta social en la calle, allí donde finalmente se defiende en última instancia la democracia.
La brutalidad de la represión a los trabajadores de Cresta Roja, y a los estatales de la Ciudad de la Plata, implica un mensaje diáfano. La calle constituye el último reducto, allí donde la política muere, los acuerdos súper estructurales no alcanzan a acallar las debilidades del proyecto conservador, y donde se dirime, en suma, la última batalla. El intento de legislar la protesta social, busca de forma indisimulada ubicar al manifestante en los bordes de la legalidad. La ampliación de los derechos policiales en cuanto a requisa y averiguación de antecedentes confluyen en el mismo sentido. La represión policial con balas de gomas, lejos de constituir un exceso en el uso de la fuerza, es más bien una meditada decisión tendiente a alejar de la protesta social- mediante el miedo- a los sectores moderados de la sociedad.
Resulta claro a estas alturas, que la derecha ha tomado buena nota de las manifestaciones cívicas de apoyo al proyecto popular. La Plaza de Mayo rebosante que despidió a Cristina el 9 de diciembre contrastaba con la escuálida recepción del Presidente en el día posterior. A lo largo de este mes, de forma cuasi espontánea la gente se ha auto convocado en numerosas ocasiones, casi siempre multitudinarias. Ya sea para defender la ley de medios, protestar contra la utilización abusiva de los DNU, como para escuchar al ex ministro de economía o a los panelistas de 678. Una enorme masa social se encuentra movilizada sin que la dirigencia se haya mostrado hasta el momento a la altura de los autoconvocados. Después de la insuficiente perfomance electoral del candidato oficialista en las elecciones generales, el militante no orgánico asumió un papel relevante en la campaña, lo que ha derivado en nuevas y desconocidas formas de organización a través de las redes sociales en grupos con más de 500 mil adeptos inclusive,
El campo popular en sus distintas organizaciones se encuentra sumido en un proceso de reorganización tras la derrota electoral. Esta situación está siendo aprovechada por la corporación político mediática que ha encumbrado a Mauricio Macri, Cabe resolver en el menor plazo posible como conjugar la ineludible autocrítica, con la necesidad de establecer los liderazgos que permitan acciones de consenso en defensa de los intereses nacionales y populares. Desde los Pasos Previos nos abocamos desde este mismo momento a contribuir con vocación plural y frentista, a los procesos reorganizativos que el peronismo y las demás fuerzas que integran el Frente para la Victoria deben llevar a cabo, aportando al debate, fomentando la autocrítica y acompañando las luchas que en defensa de los derechos adquiridos se van gestando a lo largo del territorio de nuestra patria.